Mi hermana y yo debíamos de ser muy pequeñas, 6 o 7 años, cuando tuvimos una bronca, como muchas otras, porque no yo encontraba mi estuche por ningún lado
¡Me has cogido el estuche!
¡Yo no te he cogido nada, lo habrás perdido!
No lo he perdido, lo había dejado ahí encima
Pues no lo he visto, igual lo ha movido mamá
Ya la he preguntado y ella no ha sido, seguro que lo has cogido tú para usar mi sacapuntas del elefante
¡Yo no quiero tu sacapuntas para nada y no te he cogido el estuche!
¡ERES UNA MENTIROSA!
Y aquí es donde intervino mi abuela, muy, muy enfadada:
¡ESO NO SE DICE!
Yo no entendía nada: no le había llamado tonta o imbécil, o cualquier otra cosa que me pareciera un insulto, y así se lo dije a la abuela, que me contestó:
Se dice que “eso no es verdad”, no que “eres una mentirosa”. Eso está feísimo
Y así quedó zanjado el asunto sin que ni mi hermana ni yo entenderíamos nada: nos parecía que las dos cosas eran lo mismo
Y seguí sin entenderlo hasta que fui adulta y tuve a mis hijos: no se califica a las personas, sólo lo que han hecho
Hoy no has tocado un libro,…en vez de eres un vago
Así no se contesta , …en vez de eres un maleducado
No has recogido tu cuarto, ….en vez de eres un desordenado
No pidas más caramelos, ya compramos ayer,….en vez de eres un caprichoso
Y así con llorón, quejica, pesado, mimado,…
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